Fermín Cabanillas I Sevilla, (EFE).- Periodista y escritora, Kenizé Mourad puede presumir de haber hecho en su vida todo lo que ha querido en su doble profesión, y tiene muy claro el concepto “los problemas del primer mundo”, ya que “ser corresponsal de guerra te hace llevar los problemas de la vida a su sitio real”.
Lo ha explicado a EFE en la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, en Sevilla, donde ha presentado ‘En el país de los puros’ (MSur Libros) traducida al español varios años después de salir al mercado, pero muy actual, siguiendo en sus páginas a una periodista sa que llega a Pakistán para escribir sobre la amenaza de que un grupo terrorista pueda acceder a la bomba atómica en el único país musulmán con energía nuclear.
A sus 85 años, lleva en su currículo haber sido periodista sobre el terreno en Oriente Medio y el subcontinente indio, con la cobertura de las guerras en el Líbano, los ataques de Israel a Palestina o la revolución iraní. “Nunca me han encarcelado -como a la protagonista de la novela- pero en Irán estuvieron dos veces a punto de matarme”, explica.
Una sociedad sin clase media
Kenizé Mourad tiene una visión muy clara sobre el día a día en Pakistán, un país que conoce muy bien, una sociedad, afirma, sin clase media, en la que “la verdadera bomba es la pobreza extrema que sufre su gente”.
“Hay una sociedad rica que está bastante occidentalizada, que tiene su casa en Londres o Nueva York, que es completamente moderna, y luego está la gente que vive en la completa miseria, y esa es la verdadera bomba”, afirma la autora, que no tarda ni dos capítulos en retratar a ese universo humano en las páginas de su libro.
Y, en ese ambiente, donde la clase media no existe, se forma el perfecto caldo de cultivo para que ganen adeptos los grupos islamistas, “que ven a esta gente pobre como influenciable, les prometen una mejor vida a la gente pobre, y les siguen, no por religión, sino por miseria”.
Un mensaje fácil a la hora de lanzar a colectivos vulnerables en el que la escritora sa ve similitudes con el auge de la extrema derecha en algunos puntos de Europa, pero recuerda que no es algo vinculado a grupos extremistas, y que en la novela hay una conversación entre un pakistaní y la protagonista, “en la que él le dice que la democracia occidental se basa en que el candidato te da muchas promesas, das tu voto y durante cinco años hace lo contrario de lo que han dicho que iban a hacer”.
Los verdaderos problemas de la vida
Lamenta, y eso se ve entre líneas en sus paginas, que “Occidente se burla de países como Pakistán”, más por desconocimiento que por otra cosa, y no siempre se cuenta en la prensa la verdad sobre países desconocidos, con lo que “hay una censura escondida apoyada por los medios que no son independientes”. Recuerda que, cuando era redactora, “si mi jefe veía en mi artículo cosas que no le gustaban, las quitaba porque decía que era demasiado largo”.
Una reflexión además para su vida como corresponsal de guerra, una vocación con la que nació: “cuando veía una guerra en la televisión, yo decía que quería estar ahí, para contarlo”, y pone en valor que “cuando haces eso en un sitio donde las cosas son tan verdaderas, la vida, la muerte, la pobreza…, te das cuenta de cuáles son los verdaderos problemas de la vida”.
Kenizé Mourad bromea, por último, con que los corresponsales de guerra “son niños grandes que buscan aventuras”, y recuerda haber pensado que sus compatriotas estaban locos cuando volvía a su país tras haber estado en una zona de guerra “y veía cómo se quejaban o lloraban por cosas sin importancia”. EFE